COMO Y PORQUE ALGUNAS ENTIDADES SE PEGAN A LAS PERSONAS

 

Como todos los viernes, volvemos a abrir el Consultorio Paranormal de El Espejo Gótico, esta vez para abordar un tema sobre el cual nos llegan muchas consultas a nuestro correo electrónico; de manera tal que en vez de citar un caso particular, como hacemos habitualmente, hablaremos en términos más bien genéricos. El tema que nos ocupa hoy es el de las entidades que se «pegan» a las personas.


Empleamos aquí el término entidades para definir cualquier forma de energía, ajena al anfitrión, que se adhiere al espacio áurico de este último en influye sobre él de manera negativa. En algunos casos puede tratarse de una entidad del bajo astral, una entidad no humana, pero también seres despojados de una intención maliciosa aunque capaces de obsesionarse con alguien (ver: Entidades que se obsesionan con los vivos).

Una vez que estas entidades se pegan a una persona, o bien quedan atrapadas en su espacio áurico, probablemente no puedan salir sin recibir ayuda, independientemente de sus intenciones. De hecho, la mayoría de estas entidades, salvo las parasitarias, y las directamente malignas, están dispuestas a irse, pero no saben cómo hacerlo (ver: Entidades astrales que se alimentan de pensamientos negativos).

Existen cuatro tipos de apego de una entidad hacia una persona:

1- Seguimiento*: es un tipo de apego débil, en el cual la entidad se mantiene fuera del aura de la persona pero lo suficientemente cerca como para influirla, a veces muy fácilmente si las condiciones o el estado emocional del anfitrión es el adecuado (ver: Entidades del Plano Astral que se «pegan» al aura).

2- Opresión: es el término utilizado cuando la entidad se encuentra pegada al aura de una persona, y desde allí, como si se tratara de un parásito, la afectara física y emocionalmente hasta cierto punto (ver: Parásitos astrales y las «malas energías»)

3- Obsesión: esto denomina la instancia en la cual la entidad ingresó en el cuerpo físico de la persona, trayendo consigo sus propias emociones, pensamientos, hábitos, y articulándolos para que el anfitrión los experimente como si fueran suyos.

Solo cuando se expulsa a la entidad, la persona se da cuenta que ciertas emociones y pensamientos no eran suyos.

4- Posesión: se produce cuando la entidad que invadió el cuerpo finalmente desplaza la personalidad del huésped, a veces por un tiempo limitado; otras, de forma permanente.

A partir de entonces, tendrá control absoluto sobre el cuerpo, manifestando así su propio comportamiento y utilizando sus propias palabras (¿Qué siente una persona poseída? Síntomas de posesión).


Cuando una entidad se pega a alguien se pueden producir ciertos cambios en el anfitrión, a veces lentamente, y otras de forma abrupta. Los «síntomas» pueden ser cambios en el aspecto de la persona, en la voz, en la expresión facial, en sus hábitos alimenticios. Hay una mayor irritabilidad, pereza, apatía y desinterés general, así como patrones de sueño irregulares y una sensación constante de agotamiento (ver: Cómo eliminar un parásito astral).

Es importante aclarar que estas instancias del apego espiritual no son rígidas, pueden alternarse, sobre todo en las fases finales; por ejemplo, entre los estados de obsesión y posesión.

Realmente son pocos los casos que terminan en el desplazamiento de la personalidad del anfitrión. En general, el apego es cortado por el aura, y si bien puede quedar alguna herida áurica durante un tiempo, nuestro organismo sabe cómo cicatrizarla.

En cualquier caso, tanto el anfitrión como la entidad —si no alberga intenciones maliciosas— necesitan trabajar en el proceso de liberación. Algunas de ellas son entidades que sufren el apego tanto como la persona.

En definitiva, el apego se corta únicamente si el anfitrión está dispuesto a dejar ir a la entidad, lo cual parece sencillo, pero lo cierto es que el apego se produjo por una sincronía vibracional en primer lugar. Los malos hábitos son siempre los más difíciles de dejar.

Ahora bien, ¿por qué una entidad se pegaría a una persona?

En general, este tipo de entidades se sienten atraídas por cierta resonancia con las emociones, pensamientos, necesidades, traumas o hábitos de la persona; del mismo modo en que un insecto se siente atraído por la luz de una bombilla eléctrica. En la mayoría de los casos no pueden evitarlo.

A veces la entidad se une a una persona con la intención de ayudarla o de protegerla. Esto sucede frecuentemente cuando el anfitrión es un niño (ver: Cuando los niños ven fantasmas), o bien personas en momentos de gran vulnerabilidad. Aunque estas entidades pueden llegar ayudar al huésped en ciertos momentos, la relación no es beneficiosa para ninguno de ellos a largo plazo, esencialmente porque el invasor se alimenta de la energía de la persona mientras dure el apego.

En ocasiones el apego se produce súbitamente, en especial cuando el huésped vive una situación intensa que le produce una explosión de emociones de baja vibración, como miedo, ira, odio, envidia, celos. La agresividad, y el deseo de venganza, también son factores que atraen a entidades que vibran en esa misma frecuencia. Inicialmente pueden satisfacerse alimentándose de estas bajas energías emitidas por la persona, pero al aumentar su fuerza probablemente busquen quedar adheridas.



Con el apego de la entidad, estos sentimientos y emociones bajas a menudo se acentúan, y hasta se vuelven obsesivos.

Pero no solo la vulnerabilidad emocional es un factor de atracción para las entidades, a veces el apego se produce como consecuencia de una baja en las defensas en el organismo del huésped.

En este punto hay que aclarar que la vulnerabilidad de la que hablamos, tanto emocional como física, no necesita ser prolongada para lograr que una entidad se pegue al aura. A veces, las personas con gran fortaleza pueden convertirse en huéspedes en circunstancias y momentos determinados de su vida. En estos casos, la entidad absorbe grandes cantidades de energía hasta que es expulsada cuando el flujo áurico se restaura.

La magia negra, la nigromancia, el ocultismo, también son elementos que pueden abrir la puerta del aura. Generalmente durante la adolescencia, algunas personas prueban realizar prácticas mágicas sin los conocimientos adecuados, a veces de manera totalmente lúdica, como en el juego de la Ouija o el juego de la copa (ver: Ouija: errores frecuentes, peligros y consecuencias), invitando inadvertidamente a ciertas entidades que, lejos de tomarlo como un juego, respondieron y ya no se fueron.

En general el apego no se produce por una sola causa. A veces es necesario estar en el lugar inadecuado en el momento preciso. Los hospitales y los cementerios (ver: Seres del Plano Astral que viven en los cementerios) son los sitios más frecuentes donde se producen los apegos espirituales (ver: Una entidad se «pegó» a mi cuerpo en un cementerio)

Para solucionar esta situación es imprescindible descifrar qué fue exactamente lo que atrajo a esa entidad al campo áurico de la persona, y trabajar sobre eso. Por lo general, cuando ese aspecto se resuelve satisfactoriamente en punto de enlace con la entidad se debilita rápidamente.


*El término original es Shadowing, que significa tanto «sombreado» como «seguimiento», aludiendo probablemente a la noción de una sombra que nos sigue.

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